Han pasado 15 meses desde que los tanques rusos entraron en Ucrania y la guerra continúa. Cientos de miles de personas han muerto o han quedado mutiladas, ¿es suficiente? No, no es suficiente. No lo es para los capitalistas de ambos bandos en conflicto, encerrados en sus juegos de poder, enviando cruelmente a los hijos de la clase trabajadora a los campos de exterminio mientras revisan sus cuentas bancarias en el extranjero.
Esta guerra no tiene fin a la vista. Ambos bandos preparan una ofensiva de primavera. Parece que la matanza sólo puede terminar cuando una o ambas partes beligerantes se queden sin carne de cañón. Eso se está convirtiendo en un problema para ellos. Cientos de miles han huido de ambos países para evitar ser alistados a la fuerza. En Ucrania circulan aplicaciones especiales que avisan por dónde merodean los reclutadores. Rusia sigue teniendo cientos de miles de soldados en reserva, pero el Kremlin no confía en ellos. ¿Por qué, si no, no los envía a la batalla? ¿O es para mantener la ilusión de que no se trata de una guerra, sino de una “operación militar especial”? En lugar de utilizar estos batallones entrenados, se busca en las prisiones y todos aquellos dispuestos a unirse a los mercenarios y a los jóvenes reclutas (la mayoría de provincias lejanas) en el frente, obtienen una “tarjeta de salida de la cárcel”. ¿La cárcel o el frente? ¿Qué elegirías? Es una nueva forma de jugar a la ruleta rusa. Dadas las condiciones de las cárceles rusas, son muchos los que se arriesgan.
El entusiasmo de la población por la guerra se ha enfriado considerablemente. Ya era bajo en Rusia, pero ahora también en Ucrania hay cada vez más signos de desafección. Pero eso no basta para detener esta locura. El hecho de que la clase trabajadora de ambos países siga aceptando que tantos de sus hijos e hijas sean sacrificados en el altar del orgullo nacional por la determinación de las fronteras entre los cotos de caza de sus gobernantes, no es nada tranquilizador.
La deserción aumenta, a pesar de los riesgos. Los parlamentos de Rusia y Ucrania han aprobado democráticamente duras penas para los desertores, de hasta 12 años en Ucrania y cadena perpetua en Rusia. Y luego están los castigos extralegales, porque, “a la guerre comme a la guerre”, la guerra tiene sus propias reglas. Un desertor de la brigada Wagner fue ejecutado a mazazos. Aún así, muchos siguen huyendo. Pero la deserción y la resistencia contra los reclutadores no son todavía actos colectivos masivos, por lo que son tan vulnerables a la feroz represión estatal y no impiden la continuación de la guerra. Tanto en Rusia como en Ucrania la clase obrera sigue trabajando, fabricando armas y cualquier otra cosa que sus jefes puedan vender con beneficio. El desempleo es elevado, la inflación aumenta rápidamente mientras los salarios se estancan y reina el miedo.
A pesar de toda la muerte y la destrucción, todavía no es una guerra total. Rusia sigue intentando librarla de forma que limite su impacto en la mayoría de su población. Estados Unidos y sus aliados de la OTAN han incrementado sus entregas de armas a Ucrania, convirtiendo a su ejército en el que posiblemente sea el ejército terrestre más potente de Europa, pero no les han dado armas como misiles de largo alcance y cazas de combate que podrían extender la guerra al territorio ruso. Mientras en Europa la perspectiva de una guerra interminable en su flanco oriental empieza a suscitar algunas dudas en la clase dirigente, para el capitalismo estadounidense esto es justo lo que recetó el médico. El secretario de Defensa de EEUU, Lloyd Austin, declaró abiertamente que el objetivo de EEUU en la guerra es debilitar a Rusia como potencia militar y cuanto más dure la guerra, más éxito tendrá.
Ya están pensando en la próxima guerra. En Washington, Demócratas y Republicanos, que discuten por todo, están sólidamente unidos para aumentar el nivel de hostilidad contra China, el principal enemigo (con el aumento de los crímenes de odio contra los asiático-americanos como efecto secundario). Se espera que el presupuesto militar estadounidense supere este año el billón de dólares, empequeñeciendo los gastos de todos los demás países, con la posibilidad de una guerra con China en mente. China también está acelerando su gasto militar (aunque sigue siendo menos de una cuarta parte del de EEUU). El general Meng Xiangqing , subdirector del Instituto de Investigación Estratégica del ejército, escribió en el diario Guangming: “Ucrania nos ha ofrecido una nueva visión de una posible guerra mundial en el futuro”. Señaló que el arsenal nuclear de Rusia había frenado la intervención de Estados Unidos en la guerra y abogó por un aumento más rápido de la capacidad nuclear de China, así como por más satélites para la recopilación de información de inteligencia y decenas de otros gastos. Que es lo que está ocurriendo. En Europa también, y en todo el mundo: en todas partes la clase dominante está aumentando el gasto militar, preparándose para más guerra. Y en todas partes quiere que la clase trabajadora pague por ello. La austeridad es la consigna. Trabajar más tiempo, por salarios erosionados por la inflación y menos prestaciones es lo que su país necesita. El hambre, el deterioro de la atención sanitaria, la inseguridad, la guerra y los desastres climáticos es lo que el capitalismo tiene reservado para tí y para mí.
Pero la clase trabajadora, la inmensa mayoría de la población cuyos intereses chocan con los del capital, no son rebaños de ovejas a las que los perros ladradores mantienen fácilmente a raya. La actual oleada de luchas en el Reino Unido y Francia así lo atestigua. Esta última muestra especialmente una radicalización 1, una creciente comprensión de que el enemigo no es sólo Macron o el patrón, sino el propio orden social capitalista.
* * * *
Publicamos a continuación un artículo de Raoul Victor sobre la guerra en Ucrania que apareció anteriormente en francés en el sitio Spartacus. No porque estemos de acuerdo con cada frase 2 sino porque es una excelente visión general de la génesis de la guerra y una clara desmitificación de las mentiras que se dicen sobre ella. Muestra cómo capitalismo y guerra son inseparables. Señala el peso creciente del “complejo militar industrial” en el curso del capitalismo y la continuidad de la lucha interimperialista. La guerra fría nunca terminó realmente. No se puede entender esta guerra si se piensa que empezó en 2022.
Sin embargo, una cosa que no destaca es el vínculo entre esta guerra y la crisis actual del capitalismo. Como hemos argumentado antes, no es una coincidencia que la guerra haya estallado en Europa, que las tensiones entre Occidente y China parezcan haber alcanzado los niveles previos a la guerra (aunque todavía atenuadas por su interdependencia económica), y que el sistema capitalista haya alcanzado un punto de crisis sin vías de escape a la vista. Otra orgía de creación de dinero para ganar tiempo, como se ha hecho desde 2008, es, dado el clima inflacionista, imposible. Aunque se volverá a utilizar si es necesario, para defender la creencia en el valor del dinero, en el valor del capital, a pesar de todo el capital ficticio que se ha añadido al bote total del poder adquisitivo. En este contexto de crisis, imponer la austeridad a la clase trabajadora es lo que hacen todos los Estados, de una forma u otra. Y el atractivo de la guerra se hace más fuerte. La guerra por la posesión del capital, de los recursos, del poder, todo lo cual se traduce en ganancias, que es de lo que se trata, como muestra elocuentemente el texto siguiente.
PERSPECTIVA INTERNACIONALISTA
Notas:
1 Un interesante informe sobre la lucha en Francia puede encontrarse aquí. Algunas citas: “La alternativa -enfrentarse y luchar- parece inevitable para muchos. Una situación de conflicto entre las fuerzas sociales, contra la clase capitalista, está naciendo, incluso entre aquellos que durante mucho tiempo han preferido el camino más fácil de la reforma. Esta situación particular ha puesto en primer plano una sensibilidad que antes estaba en la clandestinidad, arrojando una nueva luz sobre lo absurdo de la condición del trabajo asalariado, visto ahora en la perspectiva de la condición devastada del mundo y de las dificultades de la vida. El trabajo se ha convertido para muchos en sinónimo de precariedad, de vida violenta, de empobrecimiento, de destrucción de los seres. Así que trabajar “dos años más” para garantizar el fin de esta vida sin sentido humano… ¡No! Basta con dar cuenta de las innumerables pancartas y consignas individuales de las manifestaciones francesas, con su riqueza de imaginación, para captar el sentimiento general de rechazo de este estado de cosas. Ya no son sólo manifestaciones sindicales que exigen negociaciones en el marco de una reforma, son también manifestaciones contra el funcionamiento de la economía y las intenciones de los amos del mundo, contra una visión del mundo.(….) Es significativo que el estado de ánimo en las continuas manifestaciones exprese la idea de que podemos perder esta batalla pero hemos creado una fuerza y habrá otro futuro. (…) Es una movilización cuyo motor principal es el deseo cualitativo de cambiar el orden de las cosas, de poner en cuestión la lógica mortífera del capitalismo. “El capitalismo debe retirarse”, rezaba una pancarta llevada el 7 de febrero.
2 No estamos de acuerdo, por ejemplo, con su afirmación de que la operación sanitaria COVID ha contribuido a atajar la crisis económica mundial. Al contrario, ha empeorado la crisis. Pero ese es otro debate.
El capitalismo y la guerra
El caso de Ucrania
Junto con la muerte, el hambre y la conquista, la guerra fue uno de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. Anunciaron el fin de un mundo… y el advenimiento de uno nuevo.
—–
Los humanos, al igual que otros grandes simios, llevan en su ADN un “impulso” de supervivencia que los incita a cooperar con otros miembros de su grupo. Nacemos con los reflejos, los automatismos que hacen que deseemos y experimentemos la cooperación y la ayuda mutua. Gérmenes que sólo se desarrollan en contacto con el resto de la comunidad pero que están biológicamente presentes. Entonces, ¿por qué tantas guerras, por qué tanta violencia asesina entre humanos durante milenios? ¿Por qué hemos llegado a desarrollar los medios materiales para la autodestrucción bélica de nuestra especie?
Parte de la respuesta está en nuestra tendencia a cooperar solo en pequeña escala con nuestros grupos más inmediatos y cercanos: familia, pueblo, clan, comunidad religiosa, etnia, patria, clase social, etc. Los humanos que pertenecen a otras familias, clanes, etc., pueden llegar a ser considerados “forasteros”, posiblemente enemigos o incluso no humanos. Paradójicamente, la guerra que es producto de un antagonismo entre comunidades, constituye al mismo tiempo un factor de unidad para cada una de ellas. La unidad es fundamental para luchar.
Los motivos de conflicto son muy numerosos. Como ocurre con muchos animales, la defensa y el deseo de expandir su territorio “vital” es una de las principales fuentes de beligerancia, pero no es la única, ni mucho menos. Cuestiones de poder, de sometimiento de otros grupos humanos para beneficiarse de ellos, rivalidades entre líderes y grupos de las clases dominantes, conflictos de dinastías, religiones u otras razones, muchas veces apuntaladas, consciente o inconscientemente, por cuestiones económicas, constituyen causas de enfrentamiento. .
A este nivel, estamos más cerca de los muy beligerantes chimpancés que de los relativamente pacíficos bonobos.
Si enfocamos la cuestión desde el punto de vista de la humanidad en su conjunto y no de un grupo particular de humanos, todas las guerras tienen algo de inhumano, autodestructivo, absurdo como medio para solucionar conflictos. Conseguir superar estos atavismos y aprender a gobernarnos como una unidad global, como una especie consciente de sí misma, capaz de gestionar sus diferencias sin matarse unos a otros, es naturalmente la única e indispensable solución.
A menudo considerada utópica, como el sueño de un adolescente, dicha solución ha sido defendida y anunciada durante mucho tiempo.
Dos de las canciones más conocidas en el mundo la defienden con fuerza: La Internacional (1871) e Imagine (1971). La canción de la Internacional, considerada durante mucho tiempo como una suerte de himno del movimiento obrero, insiste en su estribillo: “El género humano es la internacional”.1
Exactamente un siglo después, John Lennon, en 1971, creó la canción Imagine, una de las más famosas del siglo XX, en plena Guerra de Vietnam. “Imagina que no hay países… Imagina a todas las personas compartiendo el mundo en común… Y el mundo será uno solo”.2
¿Por qué hablar de esto? Porque la guerra de Ucrania tiene la particularidad de que se produce en un momento en que la humanidad dispone, como nunca antes, de los medios materiales indispensables para que el “sueño” se convierta en realidad. Compartir es ante todo comunicar. Hoy en día, cada usuario de Internet dispone objetivamente de los medios para comunicarse con miles de millones de seres humanos, en los cuatro rincones del planeta. Incluso las dificultades debidas a las diferencias de idioma se están superando cada vez más con el desarrollo de traductores automáticos gracias a la velocidad cada vez mayor de las computadoras. Este primer cuarto del siglo XXI ha sido testigo de un desarrollo sin precedentes de la cobertura de Internet en el planeta, en extensión y densidad. El número estimado de internautas en el mundo ha pasado de 360 millones en 2000 a 5.300 millones en 2021. El capitalismo ha estimulado este espectacular despliegue como instrumento de la “globalización” de su economía, más aberrante y planetaria que nunca, pero también como un medio excepcional de publicidad, control y manipulación comercial, ideológica y política de la población. Cualquier propietario de un teléfono móvil lleva en su bolsillo un agente secreto del Big Brother que lo espía y lo influencia. Pero por muy nocivo y aberrante que sea el uso que los gobiernos hagan de esta realidad, no deja de ser una base material que puede ser, mediante una revolución mundial que arrebate estas estructuras al poder de las clases dominantes, un medio para hacer que “el mundo sea uno solo”.
A este nivel, el mundo en el que se desarrolla esta guerra no es el mismo que en el que se desarrollaron las guerras capitalistas del pasado. Y no es poca la diferencia, si queremos imaginar desenlaces distintos a la pesadilla actual.
En un plano más inmediato, la guerra de Ucrania es una guerra como tantas otras desde que la sociedad se dividió en clases, con todos los horrores que conlleva esa barbarie. Una carnicería donde hombres, en su mayoría muy jóvenes, han de matarse unos a otros en un baño de sangre despiadado, donde las poblaciones civiles son sometidas a bombardeos asesinos, exacciones y privaciones sin límites, donde afloran los aspectos más repugnantes de la naturaleza humana: la crueldad, el gusto por el asesinato, la sumisión ciega a las jerarquías, la irracionalidad destructiva, el unirse a los “amos” que gobiernan en lugar de fraternizar con los soldados que nos obligan a asesinar.
“La guerra es la masacre de personas que no se conocen, en beneficio de personas que se conocen y no se masacran”, dijo Paul Valéry.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo en abril de 2022, en Borodianka, a 50 kilómetros de Kiev, frente a los escombros de los bombardeos rusos: “Así que la guerra es un absurdo en el siglo XXI. La guerra es el mal”.3 Pero probablemente no sea porque imaginó un mundo sin países ni guerras. Guterres interpreta el espectáculo del eterno estribillo de la ONU: la organización creada al final de la Segunda Guerra Mundial para “mantener la paz y la seguridad internacionales”. ¿Ignora acaso que los “cascos azules” de la ONU han estado involucrados a menudo en los conflictos que se suponía debían “pacificar” (Guerra de Corea, 1950-1953; guerras en Yugoslavia, 1991-2001…)?
¿Olvida Guterres que está al frente de una organización capitalista, que agrupa a naciones regidas por la lógica de un sistema que nació en la guerra y que nunca ha dejado de vivir en simbiosis con un poderoso sector militar y con perspectivas guerreras? ¿Fueron las guerras del siglo XX, que dejaron más de 230 millones de muertos, menos absurdas que las del siglo XXI? 4 En el siglo XX, el más mortífero de la historia, esta lógica llevó a engendrar la capacidad de autodestrucción de la humanidad.
I. Guerra y capitalismo
“¡El capitalismo lleva en esencia la guerra como los nubarrones llevan la tormenta!”
¿Sigue siendo válida la famosa frase pronunciada por Jaurès en su discurso del 25 de julio de 1914, pocos días antes de su asesinato y del comienzo de la Primera Guerra Mundial?
Al nacer, en el seno del feudalismo, una de las principales fuentes de desarrollo del capitalismo fue la producción y comercio de armas. En la sociedad feudal la clase dominante, la nobleza, se definía por su función guerrera. Los nobles no pagaban ciertos impuestos porque pagaban el “impuesto de sangre”. Las necesidades de armas y medios de guerra en general eran naturalmente importantes.
La naciente burguesía los proporcionó no sólo al producirlos materialmente sino también al crear los instrumentos financieros que permitieron concentrar la masa de capital necesaria. El Arsenal de Venecia construido en 1104 es un buen ejemplo de ello. En 1204, el Arsenal fabrica las naves que transportan a los caballeros de la cuarta cruzada. En 1297 los mercaderes, para financiar la construcción de navíos y la realización de viajes comerciales, recurren a un sistema de subastas, el “Incanto de las galeras del mercado”, verdadero antepasado de las sociedades anónimas. En su apogeo, a principios del siglo XVII, el Arsenal empleaba hasta 16.000 personas, algunas trabajando en una cadena de montaje, y podía producir, si era necesario, un barco por día. Barcos mercantes, pero también militares, algunos barcos mercantes podían transformarse rápidamente en barcos de guerra.
Con la decadencia de Venecia, el Arsenal perdió importancia y habrá que esperar hasta el siglo XIX para encontrar tales condiciones de producción. Pero ilustra bien como el capitalismo ha tejido desde su nacimiento vínculos íntimos con la producción dedicada a la guerra.
Desde entonces, las naciones capitalistas han mantenido constantemente ejércitos considerables. Los más poderosos han desarrollado importantes sectores de producción militar, parte de la cual se destina a países que no cuentan con los medios para producirla.5
¿Es el militarismo un gasto “improductivo” para el capitalismo?
Sin embargo, la producción con fines militares es, en ciertos aspectos, contradictoria con la lógica económica capitalista. Esta lógica, la de la acumulación de capital, quiere que la ganancia obtenida en un ciclo de producción se emplee posteriormente en nuevos medios de producción: por un lado, en máquinas, materias primas, energía, y por otro lado en bienes de consumo y medios de vida para los empleados y dueños del capital. Sin embargo, las armas y los medios de guerra no pueden, por su propia naturaleza, satisfacer estas necesidades. Un tanque de guerra no puede transformarse en nuevos medios de producción o nuevos medios de consumo. A menos que se venda a alguien de afuera, es un gasto improductivo, una carga estéril.
El caso de Alemania y Japón después de la Segunda Guerra Mundial ilustra esta realidad. Habiendo sido derrotados durante dicha guerra, ambos países fueron condenados a no tener fuerzas militares significativas después de la misma. Esto contribuyó en gran medida a su reconstrucción y a convertirlas rápidamente de nuevo en dos potencias industriales de primer orden.
La irracionalidad de la guerra y el militarismo desde el punto de vista estrictamente económico del crecimiento capitalista fue teorizada a principios del siglo XX por Karl Kautsky, el principal teórico de la socialdemocracia alemana en ese momento, a veces tildado de “Papa del marxismo”. Defensor del pacifismo “burgués”, en el marco del capitalismo reformado, escribió:
“Es a través de la democracia pacífica, y no a través de los métodos violentos del imperialismo, que las tendencias expansivas del capital pueden promoverse mejor. (…)
“La industria capitalista está amenazada por conflictos entre diferentes gobiernos. Todo capitalista consciente debería apelar a sus compañeros: ¡Capitalistas de todos los países, uníos!” 6
Ilusiones del mismo tipo se desarrollaron a finales del siglo XX. Tras el colapso de la URSS y el final de la Guerra Fría, el gasto militar mundial cayó relativamente durante la década de 1990. Muchos creyeron entonces que el capitalismo empezaba a no llevar en sus entrañas el militarismo y las guerras. Las ilusiones duraron poco. Desde principios del siglo XXI, los presupuestos militares comenzaron a aumentar nuevamente, particularmente en China, que se había convertido en la segunda potencia económica del mundo. (Ver gráfico a continuación). La guerra en Ucrania, tal y como se ha desarrollado desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, está impulsando los presupuestos militares de manera colosal. Volveremos sobre este asunto más adelante.
La economía capitalista se basa en la propiedad, y esta propiedad incluye en particular la posesión de las riquezas naturales de los países. Es el capitalismo quien ha creado las naciones modernas, naciones competidoras, con relaciones basadas en enfrentamientos de fuerzas. Los capitales individuales se agrupan en torno a sus Estados nacionales, que son el principal instrumento para gestionar estas relaciones a nivel internacional.
Una contradicción fundamental del capitalismo
Esta es una de las mayores contradicciones del capitalismo, ya señalada por Marx en el siglo XIX: por un lado, el capitalismo tiende a crear un mercado mundial, una producción realizada y consumida a escala planetaria. Pero por otro lado, el capitalismo no puede sustraerse a su marco organizativo por naciones y la competencia entre ellas.
Hoy las multinacionales, poderosas y omnipresentes, son una manifestación llamativa de lo que se llama la “globalización”. Pero, sin embargo, estas empresas tienen una nacionalidad: las GAFAM son estadounidenses, Toyota es japonesa, Total es francesa, Samsung es surcoreana, Huawei es china, etc.
Los capitalistas, especialmente aquellos cuya actividad se desarrolla a escala internacional, son conscientes de ello. Hacen todo lo posible para defender y extender su “influencia” internacional contra otras naciones. Esto requiere medios económicos, logísticos y diplomáticos. La estrategia actual de las “Nuevas Rutas de la Seda” practicada por el estado chino es un ejemplo perfecto. Pero también requiere medios más brutales, medios militares. El espectacular desarrollo del armamento chino, particularmente desde principios del siglo XXI, ilustra esta realidad.
La “globalización” no ha mitigado la contradicción entre la naturaleza global de la producción capitalista y el carácter nacional y estatal de su propiedad y gestión. Solo la ha exacerbado. Sin un cambio fundamental en las relaciones sociales a nivel global, sólo puede conducir a nuevas guerras.
El capitalismo ha cambiado por completo la forma de hacer la guerra
Es a partir de la segunda mitad del siglo XIX cuando se empieza a gestar esta transformación. Incluso a principios del siglo XIX, las guerras napoleónicas, por ejemplo, aunque movilizaron a más de 8 millones de soldados, aunque provocaron la muerte de casi 2 millones y medio de civiles y soldados, se llevaron a cabo con métodos y armas que no diferían mucho de las guerras anteriores. La Guerra Civil en Estados Unidos (1861-1865) fue la primera guerra “moderna”, en el sentido de que el armamento y la forma de utilizarlo experimentaron grandes trastornos gracias a la industrialización y al uso de la ciencia para la producción militar. La Primera Guerra Mundial, medio siglo después, y luego la Segunda Guerra Mundial, dos décadas después, fueron guerras “totales”. Toda la economía de la sociedad se moviliza para la guerra. La carnicería humana se lleva a cabo con los últimos adelantos de la ciencia y tecnología. Las potencias militares se dotan de organismos específicos encargados de supervisar las investigaciones científicas en todos los campos y de estimular las que se ajusten a sus necesidades bélicas. Las armas son cada vez más complejas. Su producción requiere medios científicos e industriales cada vez más importantes (aviación, artillería, tanques, submarinos, gases, medios de comunicación inalámbrica por ejemplo durante la Primera Guerra Mundial; radares, lanzacohetes, aviones de propulsión a chorro, misiles, portaaviones, las computadoras, la bomba atómica , etc. durante la Segunda Guerra Mundial). El capitalismo transformó la guerra y la guerra transformó el capitalismo. Todos los medios son buenos para crear instrumentos para matar y destruir. Muchos de los inventos que han transformado el estilo de vida cotidiano de la población tuvieron sus raíces en las investigaciones científicas y los desarrollos de medios militares: aviones de pasajeros, la energía nuclear, los lectores láser, las computadoras, los hornos de microondas (derivados de radares), Internet…
Por todas estas razones, el sector “militar-industrial” se ha convertido desde la Primera Guerra Mundial en una parte determinante de la economía y la política de las principales potencias. Su importancia ha crecido constantemente desde entonces. El término “complejo militar-industrial” fue utilizado por primera vez por el presidente de los Estados Unidos, Eisenhower, durante su discurso al final de sus dos mandatos en enero de 1961. Advirtió contra el poder que este sector se atrevía a utilizar en la conducción del país:
“En las Asambleas de Gobierno, por lo tanto, debemos protegernos contra la influencia injustificada, ya sea solicitada o no, ejercida por el complejo militar-industrial… la enorme maquinaria industrial y militar de defensa… El riesgo de un aumento desastroso del poder ilegítimo existe y persistirá”.
La historia no ha contradicho su advertencia. La influencia de los complejos militar-industriales es tanto más importante en ciertos países cuanto que la exportación de equipo militar constituye un aspecto importante de su economía. Es un privilegio de los pocos países que dominan el sector. Durante el período 2017-2021, por ejemplo, cinco países concentran casi el 80 % de las exportaciones de armas: Estados Unidos (39 %), Rusia (19 %), Francia (11 %), China (4,6 %) y Alemania. (4,5%).7 Pero a este club hay que añadir países como el Reino Unido, España, Israel, Corea del Sur e Italia.
Tanto el poder de Putin como el de Biden son en gran medida el resultado de su buena relación con sus respectivos complejos militar-industriales. Putin, nada más llegar al poder en el año 2000, acompañó la reestructuración y modernización de este sector. En cuanto a Biden, ha sido a lo largo de su carrera política un “halcón” en muy buena sintonía con las industrias militares. El CEO de Raytheon, una de las empresas más importantes de esa industria, dijo en vísperas de la elección de Biden: “Cuando Biden era vicepresidente, y antes como senador, creo que tenía un muy buen enfoque en lo que respecta a la defensa. Comprendió la necesidad de nutrir la defensa nacional”.8
Hoy hay cada día nuevos elementos que demuestran que esa interpenetración entre el capitalismo económico-político y su sector militar se manifestó ampliamente durante la gestión
la crisis del COVID, en particular en los Estados Unidos donde el Pentágono jugó un papel de primer orden.
La codicia, los intereses de los complejos militar-industriales, especialmente el estadounidense y el ruso, no son suficientes para explicar la guerra actual en Ucrania. Pero son parte de la realidad que lleva esta guerra… “como los nubarrones llevan la tormenta“.
II. El caso de Ucrania
“La primera víctima de una guerra es siempre la verdad”
El famoso adagio rara vez ha sido tan cierto como hoy, en un momento en que la “comunicación”, (en realidad la manipulación de las poblaciones por parte de los gobiernos), tiene medios materiales sin precedentes, incluidas empresas especializadas a nivel internacional que emplean a decenas de miles de empleados, como McKinsey (38.000 empleados en 2021).
Antes de abordar las cuestiones de geopolítica y las mentiras que propagan a este nivel los gobiernos beligerantes para justificar sus crímenes, quisiera hacer algunas puntualizaciones sobre el ambiente engañoso, corrupto y nocivo que reina en los círculos donde se toman decisiones sobre el conflicto.
A este nivel, los campos opuestos victimizan la verdad mediante dos tipos de mentiras “por omisión”. El primer tipo de mentira se refiere a la sangrienta realidad de la guerra. Las imágenes de fosas comunes de soldados muertos o heridos, en la flor de la vida, descuartizados por municiones cada vez más mortíferas, a veces abandonados sin siquiera ser enterrados, catalogados como “desaparecidos” en las estadísticas9, los cadáveres de la población civil víctima de los bombardeos, toda esta realidad de la carnicería en curso se oculta, o apenas se muestra en la “información” que vomitan los medios televisivos bajo el estricto control de gobiernos y estados mayores. La opacidad que cubre las cifras relativas al número de víctimas de la guerra es una ilustración de ello.10 En su lugar, se multiplican las imágenes de cañones que escupen fuego, distintos tipos de tanques de guerra, misiles y otras armas ultramodernas cuya eficacia viene demostrada por imágenes de daños materiales, tanques inservibles por ejemplo, del ejército enemigo preferentemente. Mostrar la sangre, la realidad de la matanza humana, la angustia de los soldados obligados a ir al frente, debilitaría la eficacia de la propaganda bélica.
Tanto en Rusia como en Ucrania se han promulgado recientemente nuevas leyes para castigar aún más severamente a todos aquellos que difundan “información falsa”, es decir, a aquellos que muestren lo que realmente es esta guerra.
El segundo tipo de mentira “por omisión” se refiere a la realidad de las clases dominantes que fomentan esta guerra. En el presente caso, tanto en Rusia como en Ucrania existe la especificidad de la presencia de “oligarcas”, estos multimillonarios que hicieron fortuna en los años posteriores al colapso de la URSS, gracias a la ” privatización” de sectores enteros de la economía. La corrupción, que ya era crónica en el antiguo régimen, está adquiriendo proporciones sin precedentes, en interpenetración con los complejos militar-industriales progresivamente privatizados, con la participación de empresas occidentales, particularmente en Ucrania.
Sin entrar en detalles, algunos hechos ilustran esta nauseabunda realidad.
Tomemos el ejemplo del nuevo héroe ucraniano, Volodymyr Zelensky, presidente del país desde mayo de 2019, quien se ha convertido en una estrella en los lugares de poder occidentales, donde aparece regularmente para pedir más armas y prometer a cambio la fresca carne de cañón de los jóvenes de su país. Cuando se dirigió al Congreso estadounidense en diciembre de 2022, su discurso fue interrumpido 18 veces por “ovaciones de pie”. Este ex-payaso llega al poder guiado por uno de los oligarcas más ricos y “sulfurosos” del país, Ihor Kolomoisky. Este último será posteriormente acusado por la administración estadounidense de blanqueo de dinero, de “corrupción agravada” y se le prohibirá, al igual que su familia, permanecer en territorio estadounidense. En julio de 2022, Zelensky se vio obligado a retirarle su nacionalidad ucraniana. Recordemos que el propio Zelensky resultó atrapado en otoño de 2021 en los Pandora Papers, ese estudio elaborado, tras un año de trabajo, por 600 periodistas y que reveló la falta de honradez y depravación de 35 líderes mundiales, actuales y pasados, y de 300 altos funcionarios en 90 países.11
Tanta es la corrupción es la casta política ucraniana que la Unión Europea ha tenido que hacer de la lucha contra ella una de las condiciones para su la posible adhesión a la UE y el pago de las ayudas masivas que otorga para la guerra en ese país. Es habitual que pistolas donadas a Ucrania para la guerra estén a la venta en Marsella, o que parte de los fondos donados por la UE estén depositados directamente en cuentas privadas en Suiza. Así, a finales de enero de 2023, en vísperas de una reunión con representantes de la UE, Zelensky procedió a la espectacular destitución de algunos miembros de su gobierno. Irónicamente, al mismo tiempo la UE se enfrentaba a escándalos de corrupción en su parlamento, los llamados “Qatargate” y “Moroccogate”, revelando que la propia institución estaba profundamente asolada por este mal tan característico del capitalismo. (Se calcula que son más de 30.000 el número de “lobbistas” presentes en Bruselas responsables de estas prácticas).
Finalmente, este breve repaso de las mentiras por omisión sobre las cualidades morales de quienes orquestan la masacre en el campo occidental quedaría incompleto sin recordar que el actor principal, Estados Unidos, está encabezado por Joe Biden, quien durante 36 años fue el senador estatal de Delaware, uno de los principales, si no el principal “paraíso fiscal” del planeta.12
En Rusia, entre la llamada “élite”, el ambiente no es menos apestoso. Desde inicios del año 2022 y del “operativo militar especial”, hemos sido testigos de la desaparición de importantes oligarcas o empresarios, víctimas de extrañas muertes “accidentales”. Un sitio web inglés ha enumerado 25 de estas desapariciones durante el año 2022. A veces son miembros del partido de Putin, ya que algunos han expresado críticas a la guerra en Ucrania, como Pavel Antov, encontrado, el día de Navidad, en un charco de sangre al pie del hotel en el que se hospedaba de vacaciones en la India. Se dice que otro, Pavel Pchelnikov, se suicidó en el balcón de su apartamento, de otro, Grigory Kochenov, se dice que se cayó de su balcón cuando registraban su apartamento… 13
Otro ejemplo particularmente significativo del ambiente en el que se toman las decisiones de guerra es el del personaje de Evgueni Prigojine, un “empresario”, cercano a Putin, líder del ya célebre grupo Wagner, con la calavera en su escudo de armas, fundado en 2014, formado de 50.000 mercenarios. Prigojine, condenado en 1981 a doce años de cárcel por robo, fraude e incitación de menores a la prostitución, luego liberado en 1990, se convirtió en una figura influyente en el Kremlin, aclamado como un patriota con métodos brutales y expeditivos pero particularmente eficaces. Es conocido por sus métodos de reclutamiento, al ofrecer a los presos de derecho común que sean absueltos de sus sentencias, cualesquiera que sean, a cambio de seis meses de participación en la guerra en Ucrania. Sin embargo, el mercenarismo es ilegal en Rusia y la absolución de prisioneros requiere condiciones legales complejas. Pero Prigojine puede pasar todo esto por alto. Y funciona.14
III. La geopolítica de la guerra y las mentiras que la acompañan
Pero veamos los discursos que se supone que “justifican” la carnicería.
Propaganda del lado ucraniano
Las autoridades repiten un discurso sencillo para que sea “comprensible para todos”, en particular para los que tendrán que ir al frente. Se puede resumir de la siguiente manera:
El 24 de febrero de 2022, las tropas rusas entraron en Ucrania con cientos de tanques y miles de soldados armados hasta los dientes, apoyados por medios aéreos y marítimos. Obedecieron las órdenes de un personaje, Vladimir Putin, que sueña con ser un zar, o un Stalin según las versiones, de un imperio ruso reconstituido. Es legitimo que Ucrania se defienda. Es natural que los países de la Unión Europea y los Estados Unidos acudan en su ayuda porque son países “democráticos” como Ucrania. Se trata de defender valores comunes contra la voluntad de un personaje que de repente se ha convertido en el equivalente a un Hitler moderno.
Esta es más o menos el meollo de la propaganda. La realidad es evidentemente mucho más compleja como también lo son las agresiones.
La actual guerra en Ucrania sólo puede entenderse como una continuación de los procesos desencadenados con el derrumbe de la URSS en 1991. Desde entonces la política de los países occidentales, encabezados por los Estados Unidos y la Unión Europea, ha consistido en extender su influencia sobre las numerosas repúblicas cuya independencia Rusia había tenido que reconocer. Así, en 18 años, la OTAN, la organización militar bajo el control de Estados Unidos, ha integrado 13 de estos países. En 1999: Hungría, Polonia y la República Checa; en 2009: Letonia, Estonia, Lituania, Bulgaria, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia; en 2009: Albania y Croacia; en 2017: Montenegro.
Rusia está prácticamente rodeada en su frente occidental. Está “protegida” del bloque de la OTAN solo por Bielorrusia y Ucrania.
Ucrania es particularmente importante militarmente para Rusia (y por lo tanto para los países de la OTAN):
– Ucrania tiene una industria militar que anteriormente estaba integrada en el complejo militar-industrial de la URSS y luego en Rusia;
– Ucrania era el principal acceso de Rusia a los mares cálidos, en particular con la base naval de Sebastopol en Crimea;
– Con su frontera de 1580 km con Rusia, Ucrania ofrece un peligroso acceso a su territorio.
Para Rusia, su integración en la OTAN fue considerada como una “línea roja” que no se debía traspasar y así lo ha dejado claro desde 1991, y más concretamente tras la cumbre anual de la OTAN en Bucarest, en abril de 2008, cuando se adoptó un texto que declara que Ucrania y Georgia “se convertirían en miembros”.
Pero no es sólo el aspecto militar. Ucrania también es un país muy rico en metales.
“El subsuelo del país esconde depósitos considerables estimados por los servicios geológicos de Ucrania en un valor de 7,5 billones de dólares. Ucrania ocupa el quinto lugar en el mundo por sus reservas de hierro, grafito y manganeso, dos elementos críticos para la producción de baterías eléctricas. También es sexto productor mundial de titanio, metal estratégico para la producción aeronáutica, y cuenta con importantes yacimientos de litio, cobre, cobalto y tierras raras, utilizados tanto en el campo energético como en la electrónica y la defensa.(….) En 2010, grandes depósitos de gas de esquisto fueron descubiertos en la región de Kharkiv en Yuzivska. (…) Frente a Crimea, en el mismo período se descubrieron importantes depósitos de petróleo y gas en el mar negro.” 15
El desarrollo de estas riquezas minerales ha permitido a los Estados Unidos, así como a los países de su esfera de influencia, incluida la Unión Europea, pero también a países como Australia, emprender una especie de “colonización” de Ucrania desde dentro. Ayudados por la codicia de los oligarcas y la corrupción imperante16, han tomado sistemáticamente su lugar en proyectos cada vez más numerosos para explotar los recursos minerales y petroleros de Ucrania, en particular desde 2014, desde la “revolución de Maiden”, cuando el último presidente pro-ruso (Viktor Yanukovych) fue depuesto a favor de un presidente “pro-occidental”, Petro Poroshenko.17
De hecho, desde su “independencia”, Ucrania ha vivido un enfrentamiento permanente entre la facción prorrusa y la facción pro-occidental, recibiendo cada una ayuda material y consejos de los suyos. Sin entrar en detalles, podemos señalar algunos momentos especialmente llamativos en la evolución del equilibrio de poder. La “Revolución Naranja” de 2004 desembocó en la difícil victoria de un candidato pro-occidental en 2005, Viktor Yushchenko, a pesar de su envenenamiento durante su campaña electoral (nunca esclarecido). En 2010, fue la victoria en las elecciones presidenciales del candidato pro-ruso Viktor Yanukovych, que se mantuvo en el poder hasta 2014. A finales de 2013 renunció a firmar un acuerdo de asociación con la Unión Europea y anunció que iba a relanzar un diálogo con Rusia. Esto desencadenó una serie de manifestaciones proeuropeas que reúnen a cientos de miles de personas en Kiev. Esta es la llamada “Revolución de Maidan”. La represión fue muy violenta (75 manifestantes asesinados a tiros el jueves 20 de febrero de 2014). El 22 de febrero, la Rada, el parlamento ucraniano, vota para destituir a Yanukovych. Rusia habla de un golpe fascista y considera el hecho como una declaración de guerra a Rusia.
Esta responde inmediatamente ocupando Crimea, enviando soldados a la frontera ucraniana y al interior del sureste de Ucrania en apoyo de las fuerzas separatistas. Al principio son soldados rusos “sin insignias”. En junio de 2014 se eligió un nuevo presidente, Petro Poroshenko, uno de los oligarcas más ricos del país, abiertamente pro-occidental.
Este es el verdadero comienzo de la guerra en Ucrania, es la Guerra del Donbass. “La guerra antes de la guerra”. Durante ocho años la población del este de Ucrania sufrió la llamada guerra “híbrida” que, según las Naciones Unidas, mató a más de 14.000 personas, incluidos 3.400 civiles, 4.600 soldados de las fuerzas ucranianas, 6.500 de las fuerzas separatistas y 500 soldados rusos.18 Casi un millón y medio de personas fueron desplazadas.
En mayo de 2019, Volodymyr Zelensky fue elegido presidente de Ucrania en las circunstancias ya mencionadas. Su política continúa e intensifica la guerra contra los autonomistas y separatistas. En 2021 se intensifican las tensiones con Rusia y esta última refuerza su presencia militar en la frontera con Ucrania, en Bielorrusia y en Crimea. El 21 de febrero de 2022 reconoce la independencia de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. Tres días después invade Ucrania.
Como podemos ver, si efectivamente se trata de una decisión de Putin, su origen extrae sus fuentes no del cerebro o de la locura megalómana de un individuo, sino de la evolución de un equilibrio de fuerzas que ha ido evolucionando durante tres décadas y que constituye una verdadera provocación. Un equilibrio de poder cuyos iniciadores y constructores han sido, durante treinta años, los Estados Unidos y, más o menos detrás de ellos, los países de la OTAN.
La relación de fuerzas dentro de la OTAN
Antes de abordar los argumentos de la propaganda rusa, no está de más abrir aquí un paréntesis sobre lo que ha pasado y está pasando entre las grandes potencias dentro de la OTAN.
Para comprender las relaciones entre los gobiernos capitalistas es útil tener en cuenta las imágenes de los gánsteres de Chicago en los años veinte y treinta. Entre potencias capitalistas, todos pueden en cualquier momento ser aliados o rivales, la fuerza bruta, sin escrúpulos, como para las mafias, es la regla general.
La guerra de Ucrania es un buen ejemplo de ello, pero no sólo a nivel de los países que se enfrentan militarmente. Es también el caso dentro de la OTAN. La forma en que Estados Unidos se han comportado y se comportan con algunos de sus principales “aliados”, Alemania y Francia en particular, ilustra bien esta realidad.
En los últimos años ha ido creciendo la tendencia a cuestionar el dominio global del “padrino” número uno, Estados Unidos: primera potencia económica mundial, principal productor y exportador de armas, único país que cuenta con 800 bases militares en el planeta, el único que puede emitir una moneda generalmente aceptada en todos los mercados y que sigue siendo la más importante para los intercambios y reservas internacionales… Con el espectacular desarrollo económico y militar de China, con la tendencia de los países de Europa a independizarse y afirmar sus propios proyectos, los términos “multilateralismo” o “multipolaridad” se han puesto de moda como una especie de reivindicación por realizar.
En noviembre de 2019, Macron declaró en una entrevista con The Economist: “Lo que estamos experimentando es la muerte cerebral de la OTAN”. Afirmó la necesidad de construir “la Europa de la defensa, una Europa que debe adquirir autonomía estratégica y capacidades a nivel militar”. Recomendó “reabrir un diálogo estratégico, sin ninguna ingenuidad y que llevará tiempo, con Rusia”. Por su parte, Alemania siguió desarrollando su política, iniciada a finales de los 1990, de cooperación con Rusia. Durante sus dos mandatos (1998-2005), el canciller Gerhard Schröder había desarrollado incluso una cierta “amistad” con Putin. En 1997 se puso en marcha el proyecto de gasoducto (Nord Stream), a finales de 2005 se iniciaron los trabajos para su puesta en marcha efectiva en 2012. Posteriormente se puso en marcha el proyecto Nord Stream 2.
El gobierno estadounidense se opuso en 2017. En 2018, en la cumbre de la OTAN, el presidente Trump advirtió a Alemania, al considerar que ésta empezaba a ser demasiado dependiente de Rusia.
La invasión de Ucrania por Rusia en 2022 permite a Estados Unidos reafirmar su poder y pulverizar los deseos de independencia en la OTAN. Los aliados europeos vuelven a ser metidos en cintura. Alemania debe aceptar sin inmutarse la destrucción del Nord Stream 2. Biden recuerda cínicamente que dijo que sería así si Rusia invadía Ucrania.19 Los Estados Unidos no se quedan ahí. Apoyan las sanciones que imponen el embargo sobre el petróleo y el gas rusos, luego ofrecen su petróleo a los europeos, pero a precios multiplicados por cuatro, tal y como ha denunciado el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, en la televisión francesa.20
En Francia, el ex-jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas (2014-2017), el general Pierre de Villiers, declaró en noviembre de 2022: “La guerra en Ucrania no interesa a los países europeos… Desde luego no a Francia, quizás a los americanos”.21
Fin de paréntesis. Volvamos a los argumentos utilizados por los beligerantes para justificar la carnicería en curso.
La propaganda rusa
Las principales justificaciones de las autoridades rusas para la intervención en Ucrania se centran en dos ejes: 1. La protección de las poblaciones de habla rusa que serían sistemáticamente “discriminadas” y atacadas militarmente por los gobiernos ucranianos, gobiernos que prohibirían el uso de la lengua rusa; 2. La “desnazificación” del país que estaría bajo el control de fuerzas “nazis” ultranacionalistas.
Sobre la primera explicación debemos recordar la realidad: el idioma oficial de Ucrania es el ucraniano, pero el ruso es el idioma nativo de casi el 20 por ciento de la población. Este es el caso de Volodymyr Zelensky quien hizo buena parte de sus programas de comedia en ruso. Se dice que tuvo que tomar clases para corregir su acento ruso durante su campaña electoral en Ucrania. El ruso es muy parecido al ucraniano y muchos ucranianos lo hablan prácticamente con fluidez. Nunca ha sido prohibido en Ucrania. Fue a raíz de la ocupación de Crimea por Rusia y su intervención en el Dombás, donde armó y apoyó a los separatistas, cuando se fomentó una actitud más discriminatoria con respecto a los prorrusos.
En cuanto a la segunda justificación, la “desnazificación”, se basa en una realidad. Es cierto que hay movimientos paramilitares ultranacionalistas en Ucrania, algunos de los cuales no dudan en reivindicar valores neonazis. Es el caso del célebre batallón Azov, conocido sobre todo por su actuación durante los sucesos de Maidan y su “martirio” durante la conquista de la fábrica Azovstal en Mariupol por parte del ejército ruso. Desde entonces se integró en el ejército nacional y tuvo que cambiar su bandera que se parecía demasiado a una esvástica. También podemos citar la rehabilitación después de 2014 del personaje Stepan Bandera y su movimiento, el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), presentados como héroes y precursores del nacionalismo ucraniano contra la URSS, pero que habían cooperado durante la Segunda Guerra Mundial durante un tiempo con los nazis, con Alemania y sus prácticas antisemitas. Pero sea cual sea la influencia de las corrientes ultranacionalistas, la propaganda rusa sobre la “desnazificación” de Ucrania es siniestramente ridícula.
Es “el muerto que se asusta del degollado”, teniendo el régimen político de Rusia poco que envidiar al régimen nazi en cuanto a libertades. En cuanto a la naturaleza de los valores del grupo mercenario Wagner, no es muy diferente a la del batallón Azov, incluidas las simpatías en su seno por los ideales nazis. Finalmente, la reciente celebración por parte de Putin del 80 aniversario de la victoria de Stalingrado, la batalla más mortífera del siglo XX, casi dos millones de muertos, con grandes refuerzos de desfiles militares y con la inauguración en Volgogrado (el nuevo nombre de Stalingrado) de un nuevo busto de Stalin, el hombre que orquestó el Holodomor en 1932 y 1933, la gran hambruna en Ucrania, que se saldó con casi 5 millones de muertos, ilustra lúgubremente los sueños de los psicópatas que lideran esta nueva hecatombe.
¿Qué perspectivas?
Anuncios gubernamentales
Las declaraciones de los distintos bandos sugieren claramente que el conflicto continuará. Putin, frente a una audiencia de oficiales de alto rango en Moscú, en diciembre de 2022, anunció claramente que la guerra en Ucrania iba a cambiar de dimensión. Dijo que todo Occidente está librando una guerra de poder en Ucrania y que la respuesta de Rusia estaría a la altura del desafío. “No tenemos limitaciones de financiamiento. El país y el gobierno dan todo lo que piden los militares. ¡Realmente todo!”. En la misma reunión, el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, consideró necesario aumentar el número de fuerzas armadas a 1,5 millones de soldados, incluidos 695.000 bajo contrato. Se incrementará el límite de edad para el servicio militar.22
Es cierto que es prácticamente “todo Occidente” el que de una forma u otra está librando una guerra en Ucrania “por poderes”, es decir, utilizando únicamente carne de cañón ucraniana. Wikipedia tiene una lista (muy larga) de países que brindan “ayuda” a Ucrania y el contenido de esa “ayuda” a la carnicería en curso. Una guerra no sólo se hace con armas, también requiere una enorme logística que incluye recursos materiales, hospitalarios, financieros, etc. Esta lista no exhaustiva comienza en 2014.23
El campo occidental también se está preparando para una guerra prolongada. Durante la reunión en Ramstein, en la mayor estructura militar de Estados Unidos en Europa, en enero de 2023, reuniendo a los Ministros de Defensa de los aliados de Kiev (unos cincuenta) en torno al Secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, intentaron ponerse de acuerdo (no sin dificultad) sobre los nuevos recursos que se proporcionarán a Ucrania. Aquí también quedó claro que el fin del conflicto no sería para un futuro inmediato. Lloyd Austin, por ejemplo, dijo que sería “muy difícil” desalojar al ejército ruso del territorio ucraniano antes de que finalice el año en curso. Se insistió en la inminencia de una contraofensiva del ejército ruso que sería costosa en bienes materiales y vidas humanas, de ahí la urgencia de acelerar la entrega de nuevos medios, en particular nuevas armas, más potentes, de mayor alcance, etc.
La ayuda ya es enorme: 47 mil millones para Estados Unidos, incluidos 26 mil millones en armas, 18 mil millones para la Unión Europea. Pero estamos lejos del final. La guerra de Ucrania, como ya hemos dicho, está provocando una auténtica explosión de los presupuestos militares en la mayoría de los países. Posteriormente, en Alemania y Francia se debate sobre la posibilidad de restablecer el servicio militar obligatorio. En Dinamarca quieren extenderlo a las mujeres.
Para los complejos militares-industriales, esto es una verdadera bendición. El sueño y la profecía en enero de 2022 de Gregory Hayes, el CEO de Raytheon, (él nuevamente), se hacen realidad:
“Creo que una vez más reconocemos que estamos aquí para defender la democracia y el hecho es que terminaremos beneficiándonos de eso hasta cierto punto con el tiempo. Todo lo que se envía a Ucrania hoy, por supuesto, proviene de stocks, ya sea del Departamento de Defensa o de nuestros aliados de la OTAN, y esa es una gran noticia, y finalmente tendremos que reabastecerlos y nos beneficiaremos de eso para la compañía durante los próximos años”.24
Después de los miles de millones de dólares que la operación sanitaria COVID ha introducido en la economía mundial, ayudando así a hacer frente a la crisis económica mundial que se viene gestando desde finales de la década de 2010, el maná militar toma el relevo.
¿Cuáles son las perspectivas para los que sufren?
Al contrario de lo que sucedió al comienzo de la Primera Guerra Mundial en Francia, donde los soldados fueron a la guerra, orgullosos, llenos de fervor, al comienzo de la guerra en Ucrania en febrero de 2022, ni en Rusia ni en Ucrania predominó el entusiasmo patriótico. Las fronteras de los países limítrofes con Rusia y Ucrania vieron una afluencia de cientos de miles de hombres que intentaban evadir el servicio militar obligatorio. Algunas estimaciones hablan de más de un millón para Rusia. Aquellos que podían permitírselo se apresuraron a ofrecer miles de dólares a los funcionarios fronterizos, especialmente en Georgia y Moldavia, para saltarse el deber patriótico. Durante unos días los precios de los billetes de avión a ciudades como Estambul, por ejemplo, cuando quedaba alguno, alcanzaron sumas astronómicas. Para los más pobres fue una amarga resignación.
En Rusia, el 21 de septiembre de 2022 se llamó a la movilización de 300.000 hombres. Estallaron manifestaciones espontáneas en Moscú y en 32 ciudades de provincia. Las mujeres fueron particularmente activas: “¡Nuestros hijos no son abono!”, “¡No a la guerra!”. Se incendiaron oficinas de reclutamiento militar en varias localidades. La represión no se hizo esperar. Desde el 22 de septiembre fueron detenidos al menos 1.300 rusos, según la ONG OVD-Info26. Durante el año 2022, el parlamento ruso, la Duma, multiplica leyes mayormente represivas. “La mayor cantidad [de leyes] en toda la historia del parlamento, un récord desde el fin de la Unión Soviética”, declara entusiasta su presidente. El periódico Le Monde escribió: “El 21 de diciembre, por ejemplo, es una ley que castiga con penas de prisión hasta cadena perpetua la incitación al sabotaje, un texto diseñado para luchar contra los incendios incesantes de las oficinas de reclutamiento militar”.25 Una ley prevé diez años de prisión para los ciudadanos que no respondan a la orden de movilización, y la misma pena para los que se rindan sin luchar.
En Ucrania se impone la ley marcial a partir del 22 de febrero llamando a todos los reclutas y reservistas por un período de 90 días. A partir de entonces, se ampliará periódicamente. Todos los hombres entre 18 y 60 años tienen prohibido salir del territorio. Los servicios del ejército recogen a los hombres manu militari en sus propios domicilios.
Las leyes ucranianas castigan desde el principio la deserción y cualquier desobediencia en el ejército. Pero en enero de 2023 Zelensky sintió la necesidad de endurecer aún más estas leyes y promulgó una ley, criticada, sea dicho de paso, por las ONG: 12 años de prisión por deserción, hasta diez años por desobediencia o negativa a luchar y hasta siete años por amenazas a un superior.26 ¿Acaso estarían empezando a dudar los soldados ucranianos?
En ambos bandos, se acusa al enemigo de utilizar unidades para disparar contra los soldados que se replieguen del frente. En el campo ruso la tarea se asigna a los mercenarios de Wagner o a los “kadyrovtsy” de Ramzan Kadyrov, el líder checheno, conocido por su crueldad y lealtad a Putin.
El invierno en Ucrania es largo. De diciembre a febrero la temperatura promedia es de -2°. Puede alcanzar los -20°, como se quejó un soldado ucraniano entrevistado en un reportaje televisivo, desde el fondo de una trinchera. Los enfrentamientos son particularmente duros y mortíferos.
La población civil a menudo se ve privada de electricidad y agua tras los bombardeos de infraestructuras por parte del ejército ruso. En ambos bandos se multiplican los cementerios militares.
—
En las guerras entre naciones capitalistas no sólo existe la guerra entre naciones. Dentro de cada nación hay también una guerra de clases, la guerra que somete por la violencia a las clases más numerosas, a las clases que tienen menos medios para sustraerse a la conscripción, a pagar el “impuesto de sangre”. La guerra que obliga a la población civil más pobre a sufrir más cruelmente los desastres provocados por la barbarie de un sistema que “lleva en esencia la guerra como los nubarrones llevan la tormenta“.
Mencioné al principio de este texto la canción de la Internacional y la canción de Imagine.
Me gustaría concluir citando aquí dos extractos de las mismas:
Los Reyes nos embriagan con vanidades,
¡Paz entre nosotros, guerra a los tiranos!
Apliquemos la huelga a los ejércitos,
¡Culatas al aire, y rompamos filas!
Si se obstinan, estos caníbales,
En hacer de nosotros héroes,
Sabrán pronto que nuestras balas
Son para nuestros propios generales
You may say I’m a dreamer
But I’m not the only one27
Raoul Víctor, 10 de febrero de 2023
1. La Internacional fue originalmente un poema escrito por Eugène Pottier en junio de 1871 en París, en plena represión de la Comuna de París (20 000 comuneros ejecutados), tras la guerra franco-alemana de 1870-1871 (casi 200 000 muertos). La música fue compuesta por el belga Pierre Degeyter en Lille en 1888.
https://es.wikipedia.org/wiki/La_Internacional
2. “Imagine there’s no countries… Imagine all the people sharing all the world… And the world will live as one”. A Lennon se le atribuye el siguiente comentario sobre su canción: “Era antirreligiosa, anti-nacionalista, antinorma y anticapitalista, pero fue aceptada porque estaba edulcorada”.
Imagine es considerada una de las mejores canciones pop jamás creadas. La revista Rolling Stone
la corona tercera mejor canción de todos los tiempos.
https://es.wikipedia.org/wiki/Imagine_(canci%C3%B3n_de_John_Lennon)
3. https://news.un.org/es/story/2022/04/1507842
4. http://meridien.canalblog.com/archives/2006/10/05/2837833.html
5. En 2010, de más de 190 países, unos treinta Estados no tienen ejército. Pero con la excepción de Costa Rica y Panamá, de 5 y 4 millones de habitantes respectivamente, todos los demás países tienen poblaciones de menos de 500.000 habitantes. En general, suelen tener un “acuerdo de defensa” con una potencia militar.
6. https://www.marxists.org/espanol/kautsky/index.htm
https://wikirouge.net/Super-imp%C3%A9rialisme
Sin embargo, todos los diputados de la socialdemocracia alemana votaron a favor de los créditos de guerra en 1914. Sólo una minoría radical, los futuros espartaquistas, encabezados por las figuras de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, rechazaron violentamente esta “traición”. Ya en 1911 Rosa Luxemburgo escribió: “El militarismo sólo puede ser eliminado del planeta mediante la destrucción del Estado de la clase capitalista”. (…) El militarismo en sus dos formas, la guerra y la paz armada, es un hijo legítimo, un resultado lógico del capitalismo, que solo puede ser superado con la destrucción del capitalismo”.
Rosa Luxemburgo, “Utopías de paz”, 1911.
https://www.marxistas.org/archive/luxemburg/1911/05/11.htm
7. https://www.amnesty.fr/controle-des-armes/actualites/2021-5-plus-gros-marchands-armes
8. https://www.cnbc.com/2020/10/27/raytheon-ceo-its-ridiculous-to-think-biden-may-cut-defense-spending.html
9. https://www.bbc.com/afrique/monde-64234998
https://www.bbc.com/news/world-europe-64446436
10. Las cifras relativas a las víctimas de la guerra desde la invasión de Ucrania rara vez se citan en los medios de comunicación. Las autoridades de los países beligerantes tienden siempre a sobreestimar las cifras relativas al campo enemigo y a subestimar las del propio campo. Encontramos en Wikipedia en francés o inglés diferentes estimaciones de diferentes fuentes y que abarcan períodos que no siempre son comparables. Pero podemos deducir un orden de magnitud para el período de los primeros 11 meses desde el 24 de febrero de 2022, fecha de la invasión de Ucrania. Dan una idea de la magnitud de la masacre ya realizada: aproximadamente 100.000 muertos y heridos de cada lado y cerca de 40.000 víctimas entre la población civil.
https://en.wikipedia.org/wiki/Casualties_of_the_Russo-Ukrainian_War
11. https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%8Dhor_Kolomoiski
http://www.golos.com.ua/article/343148
12. https://www.bloginversion.com/delaware/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=delaware
13. https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Muertes_misteriosas_de_empresarios_rusos_en_2022
14. https://es.wikipedia.org/wiki/Yevgueni_Prigozhin
15. http://spartacus1918.canalblog.com/archives/2022/12/22/39754428.html
16. Según el índice de corrupción calculado por Transparencia Internacional sobre 180 países, Ucrania estaba en 2021 en el puesto 122, Rusia por su parte estaba en el 136.
https://www.transparency.org/en/cpi/2021
17. En abril de 2014, Jo Biden, entonces vicepresidente de Barak Obama, llegó a Ucrania en visita oficial para mostrar el apoyo de Estados Unidos a la “integridad territorial” del país. En junio de 2014, Hunter Biden, su hijo, fue integrado al consejo de administración de Burisma, una empresa de exploración y explotación de productos derivados del petróleo, cuyo líder era el entonces oligarca Mykola Zlotchevsky. Tiene su sede en Kiev pero está registrada en Limassol, en la isla de Chipre, un paraíso fiscal apreciado, entre otros, por los oligarcas rusos. Se convierte entonces en una de las principales carteras de renta variable de Sunrise Energy Resources, empresa bajo el régimen general de Delaware, el estado estadounidense cuyo apego a los Biden ya se ha recordado.
Otro ejemplo, en junio de 2021 la Unión Europea estableció una “Asociación Estratégica entre la UE y Ucrania” para la explotación y producción en los campos de materias primas y baterías.
18. https://es.wikipedia.org/wiki/Bajas_de_la_guerra_ruso-ucraniana
19. https://www.youtube.com/watch?v=OS4O8rGRLf8
20. https://www.francesoir.fr/politique-monde/les-pays-europeens-accusent-les-etats-unis-de-profiter-guerre-ukraine
21. https://www.lefigaro.fr/international/la-guerre-en-ukraine-n-est-pas-dans-l-interet-des-pays-europeens-estime-le-general-pierre-de-villiers-20221110
22. https://elpais.com/internacional/2022-12-21/putin-promete-dar-al-ejercito-ruso-todo-lo-que-necesite-para-la-guerra-en-ucrania.html
23. La lista existe en varios idiomas, incluido el chino, pero en inglés parece la más completa y menos atrasada.
https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_foreign_aid_to_Ukraine_during_the_Russo-Ukrainian_War
24. https://hbr.org/2022/03/raytheon-ceo-gregory-hayes-how-ukraine-has-highlighted-gaps-in-us-defense-technologies
25. Le Monde, 31 de diciembre de 2022.
26. https://ecomedios.com/ucrania-endurece-las-penas-por-desobediencia-y-desercion-en-el-ejercito/
27. Quizás digas que soy un soñador
Pero no soy el único