¡No a la guerra en Gaza! ¡Lucha contra la pesadilla que nos persigue a todos!
La guerra es el clÃmax de la pesadilla en Gaza. Escuchamos que las cifras aumentan todos los dÃas, pero las pérdidas son inconmensurables. Como muchos de los últimos 50 años, es una guerra asimétrica, lo que en este caso significa que las tropas de un bando entran primero en una casa para matar a toda una familia, mientras que las del otro pueden hacer llover bombas con el mismo fin. La asimetrÃa significa que muchos más gazatÃes han sido asesinados que israelÃes, ya que son los daños colaterales cuyas vidas cada ejército ha descartado como un costo aceptable. Pedimos el fin inmediato de la guerra, la liberación de rehenes y prisioneros, el fin del bloqueo. Hacemos un llamamiento a construir la solidaridad internacional contra los belicistas y los constructores de naciones.
Rechazamos el lenguaje del derecho a la tierra, de la legitimidad fronteriza y de la seguridad nacional. Los gritos de guerra y las banderas ondeando ocultan la verdad: estamos siendo engañados, sobornados o forzados a participar en las guerras de nuestros amos. Nos negamos a excusar el asesinato en masa en nombre de la “justicia”, la “resistencia” o la “defensa”. La guerra nunca puede traer paz o libertad más allá de la paz de un cementerio y la libertad de saquear a los muertos.
Tampoco somos pacifistas. Una tregua no liberará a Gaza de la pesadilla. El ejército israelà retomará su papel en tiempos de paz como guardias de prisiones, y su socio menor Hamas (o sus herederos) como una banda carcelaria. En Gaza, Israel impone la miseria limitando el flujo de capital y suministros a través de la frontera, y Hamas gestiona esta miseria gravando los bienes y aplastando las protestas. Para la mayor parte de la humanidad, el fin de la guerra es, en el mejor de los casos, un regreso a la normalidad: trabajar toda la vida para comprar la supervivencia, depender de la ayuda si no hay trabajo, buscar comida si no hay ayuda o morir de hambre si no hay comida. En Gaza, los salarios, la ayuda y los alimentos son limitados. ¿Luchar todos los dÃas para sobrevivir, lo suficiente para sobrevivir, puede realmente llamarse “paz”?
Cada bando lucha por cambiar la división de poder entre ellos. Como siempre, cada bando utiliza la brutalidad del otro para justificar la suya. Como siempre, quien gana, pierde la humanidad. En Israel-Palestina, la tregua tácita se rompió repentinamente, como se rompió en los últimos años en Ucrania, en el Cáucaso y en Sudán. Los frentes congelados se han derretido, y otros parecen estar a punto de hacerlo. En todas partes, el gasto militar está aumentando. Se nos dice que esto es necesario, ya que se avecinan más guerras. Todo esto en el contexto de una economÃa mundial que se hunde cada vez más en una crisis, de la que sus gestores no conocen otra salida, otra salida que la guerra. El efecto desestabilizador de esta crisis derrite los frentes congelados en todo el mundo. Las oportunidades y las necesidades surgen a medida que cambian los equilibrios de poder existentes. Y al igual que las armas que deben ser producidas para la guerra, las mentes deben ser moldeadas para el mismo propósito. Nuestros gobernantes quieren que admiremos a los soldados, glorifiquemos las victorias en el campo de batalla, ondeemos banderas nacionales y estemos convencidos de que luchar por la justicia significa apoyar a un bando contra el otro en los conflictos interimperialistas, como lo son hoy todas las guerras. Ponerse del lado de la nación siempre significa ponerse del lado de la clase dominante de la nación, los gerentes o aspirantes a gerentes de su capital.
Israel no está librando una guerra colonial en Gaza. Está castigando colectivamente a la población de Gaza por las acciones de Hamas y busca disciplinarla con métodos totalmente bélicos. En Cisjordania, sigue expulsando a los palestinos para proporcionar un lebensraum a los colonos israelÃes. Pero también se trata de una guerra interimperialista, en la que Estados Unidos e Irán y sus aliados se enfrentan a través de sus representantes israelÃes y palestinos. Sin embargo, entre las economÃas altamente desarrolladas, Israel es único en la proporción de población excedente bajo su gestión. El crecimiento de un excedente de población que no puede ser explotado rentablemente por el capital es una tendencia global. Las deportaciones, el encarcelamiento masivo y el desplazamiento forzado son soluciones comunes en tiempos de paz, pero la guerra es el estándar de oro del capitalismo para despejar el camino para el crecimiento. La solución combinada de Israel de bombardear los campos de concentración nos da una visión escalofriante del futuro del mundo de la muerte del capitalismo.
La libertad para los habitantes de Gaza nunca se puede encontrar en una “Palestina libre”. Incluso si el nacionalismo palestino pudiera arrebatar territorio a Israel y formar un Estado, ¿recuperarÃan los palestinos “su” tierra? En ninguna parte del mundo hay un paÃs que pertenezca al “pueblo”. En todas partes, la tierra y todo lo que hay en ella pertenece a los dueños. No hay una sola lucha nacional de “liberación” que haya liberado al grueso de la población del hambre y la impotencia.
La pesadilla de Gaza es una pesadilla que domina el mundo. En Yemen es hambruna, en el Amazonas es deforestación, y en todas partes es pobreza y guerra. La pesadilla es el capitalismo, una estructura social que comienza con el despojo de la mayor parte de la humanidad de lo que necesitamos para sobrevivir. Nos vemos obligados a trabajar, animando esta máquina que convierte la vida en dinero, cuyo poder crece a medida que nos roban el nuestro. Cada vez más, la entrada de la máquina se obstruye, y la alimentación de las personas debe reducirse antes de que se pueda reanudar la extracción de ganancias.
Cuando la pesadilla llena nuestras mentes, hace que la locura cotidiana de este mundo parezca tan normal y natural como la gravedad. Cuando uno olvida que otro mundo es posible, oxÃmorones como “fronteras justas” y “guerras humanas” parecen demandas sensatas. La única manera de salir de la pesadilla del capitalismo de guerra y trabajo es despertar colectivamente: ver la máquina por lo que es, derrocar a sus diputados y reclamar nuestro poder como creadores de este mundo. Debemos rehacer el mundo para toda la humanidad, en lugar de para el dinero y su poder. Hasta entonces, los monstruos de clase, Estado y nación rondarán la tierra.
Exigimos el fin de esta guerra, de estas fronteras y de todas las divisiones que enfrentan a la clase obrera contra sà misma. Llamamos a la solidaridad internacional y a la autoorganización de la clase trabajadora. Llamamos a un comunismo real: una comunidad humana sin explotación, con libertad y dignidad para todos.
“¡Proletarios del mundo, unÃos! No tenemos nada que perder más que nuestras cadenas. Tenemos un mundo que ganar”.
Perspectiva Internacionalista, diciembre de 2023